Cuentan las crónicas que la mayor división y discusión en el grupo de ‘los 33’ fue por el reparto de las dos camisetas del FC Barcelona firmadas por el delantero español David Villa (curiosamente hijo también de mineros). En situaciones de crisis como la vivida por los 33 mineros, seguro habría momentos de desesperanza y fustración y, aunque el coraje y la entereza de cada uno de los miembros ayuda a la superación, alguien debe ser capaz de mediar las diferencias, sobre todo cuando -y seguro que lo hacen- aparecen los diferentes pareceres y esto lleva a la división de opiniones.
Sobre todo, esos primeros 17 días de desesperación bajo el desierto de Atacama y a 688 metros de profundidad, cuando la esperanza de un posible rescate se va perdiendo conforme pasan los minutos, pero también con la primera comunicación con la superficie el 5 de agosto; es en este momento, cuando aparece en el horizonte una salida, cuando deben tomarse decisiones.
Sus argumentos:
Con el apoyo del grupo (la plantilla), mientras logran sobrevivir a base de latas de atún, leche y media galleta cada 48 horas, el lider (la gerencia) realiza un correcto reparto de funciones, la coordinación, el reparto de responsabilidades, e incluso marca un objetivo común. Así consigue evitar la aparición de roces y discusiones. Cada uno tiene su cometido y confía en las decisiones de esta persona que sabe llevarles por el buen camino.
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