A diferencia de las anteriores competencias, que podían ser personificadas en una sola figura, la de "líder", éstas deben estar presentes en cada uno de los miembros.
Desde el comienzo de esta odisea, ha quedado patente el nivel de organización de este grupo de mineros. Han sido ellos mismos los que se han distribuido las funciones, los espacios, e incluso los que han otorgado el liderazgo a determinadas personas. Como hemos comentado, Luis Urzúa, de 54 años, aparte de su liderazgo ha ejercido su profesión de topógrafo dibujando el mapa del refugio; Victor Segovia, electricista de 48 años, se ha encargado de escribir todo lo acontecido; Mario Sepúlveda, de 39 y exdirigente sindical, de racionar los alimentos y repartir los medicamentos; José Enríquez, de 54 años y devoto evangélico, mantenia el ánimo de sus compañeros; y Yonni Barrios, de 50 y apodado ‘El Doctor’, sanaba y vigilaba la salud de todos.
Trabajar en equipo es sentirse como trabajando con otros y anteponer los intereses del grupo a los propios. En esta situación tan dramática, no era difícil comprender como se sienten las otras personas, estableciendo con ellas una conexión emocional (empatía) al pasar y sentir los mismos apuros que convierten en propios los del compañero. Y, para terminar, la adaptación a los cambios en distintas situaciones (flexibilidad) que van desde la desesperación del encierro sin salida, pasando por la primera comunicación y con ello una esperanza, terminando con la preparación para el rescate final.
“Estamos bien en el refugio los 33” y ha sido gracias a nuestras competencias.
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